sábado, 7 de diciembre de 2013

Media verdad es más que una mentira




Es interesante, por no decir molesto, y por qué no, hasta ofensivo, ver cómo tantas personas utilizan esta engañosa y maliciosa estratagema para manipular todo a su favor, o a veces, en muchas ocasiones, en contra de otros.

Miremos un pequeño ejemplo imaginario, pero ilustrativo: Alguien llega a su oficina con un ojo morado (digamos que se trata de un hombre, para que no se me tilde de hacer apología a la violencia contra la mujer) y cuando le preguntan qué le ocurrió, contesta con la verdad: "Mi mujer me pegó". Imaginemos por un momento que haces parte de la escena. Alguien a quien conoces está frente a tí, con su ojo morado, tal vez con una lagrimita, que aunque no se relaciona con el llanto, sí se asemeja a éste, y te está contando que su esposa, por quien se mata trabajando, le pegó. La reacción inmediata al escuchar esto es imaginarse a la esposa de nuestro protagonista con cierto coraje, incluso con asco. "¡Cómo puede esa vieja golpear a mi amigo que es tan buena persona!"

Pues bien, nuestro amigo imaginario no ha dicho ninguna mentira, su esposa le pegó. Claro, nuestro amigo omitió un detallito: su esposa le pegó cuando chocaron en el corredor mientras el salía del baño sin mirar y ella pasaba con una escoba en la mano, justo a la altura de su ojo.

Tal vez si él hubiera contado toda la historia con detalles, la reacción de quien lo escucha hubiera sido diferente y habría pasado de pensar en lo mal casado que está su amigo, a pensar en la mala suerte que tuvieron ambos de haber chocado con la escoba. Esto hace una diferencia inmensa. Primero, la esposa no es tan perra como creíamos, segundo, nuestro amigo es menos mártir de lo que pensamos y tercero, no hubo ninguna agresión, todo fue accidental. Sin embargo, Eso de ser mártir a veces es muy rico para muchos. Eso de que a uno le digan "pobrecito", como que se siente bien. Y además, qué fácil es manipular a la gente, especialmente cuando la misma gente lo permite, lo que deja al "mártir" en una posición ventajosa: primero, no ha dicho mentiras, segundo, no dijo que su esposa fuera una perra, eso fue una idea original de quien escuchó la historia y tercero, siempre puede, en caso necesario, decir que todo el "malentendido" es culpa del observador, no suya. ¿Más ventajas? ¡Ni jugando contra Nueva Zelanda se consigue un negocio más ventajoso!

Ahora, analicemos un poco lo que pasa en cuanto a responsabilidades: La señora que llevaba la escoba en la mano es responsable por el ojo morado (no culpable, pero responsable, fue su mano y fue su escoba). El observador desprevenido es responsable por dejar volar su imaginación, por centrarse en lo obvio, por no preguntarse acerca de los posibles detalles, por permitir que su "empatía" oscurezca su juicio y le impida ver más allá de lo que tiene frente a sus ojos (un ojo morado, la lagrimita y todo el dolor que se hace aparente en la carita de víctima de nuestro personaje). Nuestro personaje, ya que lo mencionamos, es responsable de omitir detalles clave (en una corte, eso se llama obstrucción de la justicia y ocultamiento de evidencia y es penado con cárcel), es responsable de inducir a otros a pensar algo que no se acerca a la verdad y, cuando refieran la historia, pues todos somos chismosos por naturaleza, aunque algunos lo llamen ser comunicativos, a decir una mentira (en una corte se llama incitación al delito y también da cárcel).

En fin, la idea es que a veces lo obvio nos impide ver la verdad. Verdad que a veces tiene el tamaño de una catedral, pero que por tener un ojo morado en frente, no vemos. Es necesario, si queremos ver la imagen completa, alejarnos un par de pasos, dejar de mirar el ojo morado, aunque sus tonos mezclados con verde nos hechicen e hipnoticen un poco, y buscar detalles alrededor. No siempre las víctimas lo son tanto, ni siempre las verdades son ciertas, por más que sean un reflejo de la realidad. No es lo mismo una copia que una copia fiel, ni es lo mismo una parte de la verdad que una verdad completa. Pero, ¿quién se va a andar fijando en el grado de "completez" de la verdad? Tal vez por eso, cuando se habla de gente realmente honesta, se utiliza el adjetivo "íntegro". Íntegro implica eso precisamente, que está completo, que no le falta, que nada se ocultó con intenciones oscuras, que todo se dijo y que todo lo que se dijo, se dijo completo, que esos detallitos que cuando se ocultan cambian la realidad, no se ocultan ni se omiten.

Así pues, la próxima vez que estés frente a una "víctima", sólo pregúntate: "¿qué tanto hay de víctima y qué tanto hay de victimización? ¿qué tanto de lo que escucho es cierto y qué tanto hay que no escucho? Después de hacerlo, sabrás si quien tiene el ojo morado es realmente una persona íntegra, o si se trata tan sólo de alguien a quien eso de ser víctima y recibir palmaditas en la espalda acompañadas de un "pobrecito..." es su manera de ir por la vida manteniendo a quienes quiere a su lado cerca, y alejados de quienes caen de su gracia por alguna razón. No hacerlo puede traer consecuencias que tal vez un día podamos lamentar, pues si bien es cierto que una verdad a medias es una gran mentira, no es menos cierto que no hay nada oculto bajo el sol, y las mentiras, aún las verdades a medias, siempre terminan siendo evidentes, más tarde o más temprano, pero siempre aparecen y salen a la luz. Por eso, antes de asumir una posición ante las "verdades", aún si son "de a puño", tómate un tiempo para dilucidar qué tan íntegra es la verdad que escuchas, o qué tanto de la verdad hace falta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario