lunes, 27 de mayo de 2013

La vida, como un partido de fútbol




Ayer me quedó claro que la vida se parece mucho a un partido de fútbol. Claro, hay vidas de vidas y partidos de partidos, pero el juego de ayer entre América (mis águilas) y el Cruz Azul (el otro) tenía muchos ingredientes para que fuera un juego especial.

El juego de ayer comenzó como algunas cosas en la vida, mal! Mis águilas iban perdiendo 1 - 0 desde antes de iniciar. Había que nadar contra corriente, y las aves en general no son buenas para eso. Nadar río arriba no es fácil y como en la vida, cansa, desanima y acaba con los nervios...

Bajo esas condiciones, era lógico que mis águilas anduvieran medio despistadas, confundidas y casi como los buques viejos: haciendo agua por todos lados... y no solo de la que llovía a cántaros sobre el Azteca.

Luego, como en la vida, algún idiota decide meterle la mano a las cosas y mis águilas pierden un jugador. También como en la vida, no importa cuál jugador pierdas.... todos cuentan y se siente el hueco. Esa es una norma en la vida, siempre se siente el hueco (no es albur...). Al igual que en la vida, cuando alguien mete la mano y nos embarra... la impotencia es terrible. Ya no se trata solo de hacer, sino también de impedir que otros la rieguen... Eso nunca es fácil y lo que es peor... esos que meten la mano son los más. Abundan y siempre están al acecho a ver cómo va uno para meter la mano y hundirte.

Para completar el negro panorama, Cruz Azul metió el segundo y la cosa se puso interesante. Había dos formas de verlo. Como aquellos que cuando les meten el segundo no saben si cortarse las venas o dejárselas largas, o si, como mis águilas, que a pesar de tener todo en su contra siguieron nadando y entre más fuerte la adversidad más empuje le metían.

Pues bien, como en la vida, después de casi toda la vida (digo, el juego) de meterla toda, llegó el gol del América... Demasiado tarde, dije... Esa es la naturaleza humana, como en el cuadro de Gericault, La balsa de la Medusa, estaba ya vencido, como el pasajero del lado de atrás de la balsa, entregado, dándole la espalda a la esperanza, al igual que miles de espectadores que en el Azteca y desde sus casas pensábamos que ya no tenía caso seguir. Pero mis águilas, más parecidas al personaje al frente de la balsa que en medio de la inmensidad del mar y sin tierra a la vista ni salvación posible y rodeado de cadáveres, se levanta al frente de la balsa a buscar una posibilidad que no se vislumbraba, siguieron insistiendo... se trataba de matar o morir. Había que dejar la piel en la cancha. Y la dejaron, la dejaron toda, y en ese dejarse la piel, el que menos podía meter el gol del empate, ese que siempre está a 100 metros de distancia del arco contrario, ese cuyo trabajo es detener goles y no hacerlos... se lanzó por entre un mar de piernas, cuerpos, zapatos y conectó un cabezazo que se fue al fondo de la red.

Como en la vida... no podía creerlo, Cruz Azul, sus hinchas y los enemigos de las águilas (es decir, todos los demás), mustios, solo atinaron a mirarse, atónitos e incrédulos.

El resto... el resto fue solo el resultado de dos actitudes, la actitud de derrota de Cruz Azul que vio como se le escapaba su sueño por entre los dedos y la actitud de triunfadores de las águilas que entendieron en ese momento que lo que se persigue... nos pertenece.

Ahí, vi que la vida es como el fútbol. Te quita, te frena, te ataca, te golpea. Pero depende de uno y solo de uno enfrentar cada pérdida, cada freno y cada ataque, dejando la piel y el alma en cada jugada para alcanzar cada objetivo, sin importar lo imposible, lejano o improbable que parezca.

Así que ahora, pienso pasarme para el lado de adelante de la balsa.... El que no vea nada en la distancia no significa que no pueda alcanzarlo. Igual, como Perea, jugador del Cruz Azul que también dejó el alma y la piel en la grama del Azteca, sin haber alcanzado su objetivo, sabiéndose perdedor (del primero para abajo, todos lo son), se acercó a la fila de jugadores del América y con gallardía, saludó y felicitó a cada uno de los jugadores contrarios, sabiendo tal vez que en el fútbol, como en la vida, siempre hay otro partido, siempre hay otro campeonato y siempre hay otra oportunidad.

Y como hablamos de fútbol.... recuerdo ahora que el balón es redondo para todos.... Nadie juega con ventaja, la ventaja se construye con actitud.