martes, 10 de septiembre de 2013

Y la vida te da la espalda

Basta un segundo para que las cosas cambien.



Lunes:
Todo sonríe, tengo lo que deseo en la vida, las personas que amo, me aman, hago planes, tengo mil cosas en mente para el futuro y de repente, el futuro parece desaparecer ante mis ojos mientras una única certeza domina el panorama y no me permite pensar en nada más.
En mi caso, una actividad tan simple como orinar me puso en medio de una senda que nunca pensé recorrer. "Que raro", me dije, "¿por qué está tan oscura?"... 15 minutos después, nuevamente tuve que ir al baño y ya no me quedaron dudas. Había algo raro, algo no era usual. "Ok, alguna infección urinaria", volví a decirme, como para convencerme de que si bien no era algo normal... sería alguna "pendejada", un buen cursito de antibióticos y ya, asunto arreglado.
Por eso, pensé en pedir una cita al médico. 

Miércoles:
El médico revisó todo lo que debía revisar, se sentó y me dijo: "Lo que usualmente molesta de esta forma, en su caso está perfecto: su próstata no tiene nada. Podríamos irnos a una serie de análisis de sangre y demás para ver otras opciones, pero prefiero ser más precavido y quiero que se haga un URO-TAC, eso nos mostrará más cosas".
Como me gustan las cosas claras, le pregunté qué buscaba. "Más cosas", me dijo, a lo que respondí: "Doctor, póngale nombre y apellido". "Un tumor, busco un tumor, no veo muchas otras opciones", me dijo abierta y bruscamente, como yo se lo había pedido.
Agradecí la respuesta clara y concisa. Ahora al menos sabía a qué me enfrentaría si el examen lo confirmaba. 
Mi esposa y yo, comenzamos el ritual... "no creo que salga nada", "debe ser una infección", "vas a ver como sale todo bien"... Sin embargo, era claro que el miedo nos invadía. La vida, desde su mismo inicio implica un final. Pero... de alguna manera, nos negamos a pensar en ese final. Lo posponemos, lo dejamos para después. "Aún estoy joven", "Me queda mucho por vivir", "Yerba mala nunca muere"... Enfrentarnos con la certeza de que la muerte no solo es posible, sino que también está a la puerta, no es rico. Estando solo, sentía cómo me invadía una sensación pesada, que me oprimía, que me cortaba el aire, respirar era una labor difícil. "Así que esto fue todo...", me decía. La certeza y cercanía del final es simplemente abrumadora, dolorosa. Mil cosas se apretujan dentro de mí y aplastan la esperanza. La muerte es parte del precio que pagamos por vivir, pero recién ahora me doy cuenta del tamaño de este costo. "Es injusto", me digo, aunque sé que no lo es, es simplemente lógico, todos tenemos que morir algún día, pero duele cuando pienso en que ese "todos" tan impersonal ahora me incluye. Ya no se trata de "la muerte", a la que siempre he llamado "la" muerte, porque me cuesta hablar de "mi" muerte. Personalizarla cuesta mucho trabajo. Es demasiado "definitivo", demasiado "para siempre", y para siempre es absurdamente largo...
¿Qué significa realmente morir?, ¿Cómo es?, ¿Duele?, todas estas preguntas rondan por mi cabeza, Google no ayuda. Nadie ha posteado las respuestas, seguramente después de la vida no hay Internet, no hay fibra óptica, ni Blackberry... Lástima, ayudaría saber cómo es y sería bueno saber a qué voy a enfrentarme. No se para qué, pero insisto en que me ayudaría.

Jueves:
Una vez hicieron el estudio, carísimo, como todos los estudios, vino la espera. El hombre va a la luna y ya piensa en ir a marte, hago clic en un botón en mi compu y visito el Louvre...Pero, para ver una pinche foto que tomaron de mi sistema urinario metiéndome en un aparato frío e impersonal que me miraba con su ojo inquisidor debajo de una única ceja que decía "Philips", debo esperar tres días... Nunca pensé que tres días fueran tan largos. Es decir, y para ponerlo en contexto, 72 horas, o 4,320 minutos, o 259,200 segundos. Cualquier espera es horrible, pero en este caso es simplemente inaguantable.

Viernes:
Con mi esposa jugamos a hacernos los "pendejos". "Vamos a desayunar rico mañana y comemos en alguna parte". "Salgamos a algún lado, vayamos al cine, alquilemos un par de películas"... lo que sea, pero no pensemos. Como si fuera fácil dejar de pensar... Como si en algún momento el tema que llenaba nuestras mentes pudiera verse enmascarado por una peli, una salida o un par de quecas... No, nada de eso impide que sigamos pensando en lo mismo, en lo mismo, en lo mismo, todo el tiempo, cada uno de los 259,200 segundos... ¿Cáncer?, ¿Será un tumorcito amable?, No sale nada, debe ser otra cosa. Es curioso cómo cada vez que minimizo las cosas, algo dentro de mí lo pone en perspectiva, como diciéndome: "Deja de hacerte el idiota, ¡ya sabes qué es!". Y sí, muy dentro de mí, ya sé qué es. Ya sé lo que viene, ya sé a dónde me va a llevar. Solo me falta aceptarlo. Nada más. Es fácil.
Sábado:
Digamos que hoy fue un buen día, mucha TV, una temporada de los Borgia, pizza en la cama, y un par de botellas de agua. El agua parece ayudar, no hubo ardor ni dolor, con tanta agua, no se ve la sangre, no se si se terminó, o si simplemente, por estar tan diluida no es visible. Me ilusiona que no se vea... pero, no dejo de pensar en las opciones.

Domingo:
No sabía lo largas que pueden ser 24 horas... lo malo es que ahora me faltan 24 más y luego todo un día para tener los resultados del URO-TAC en mis manos... y luego esperar al miércoles para que el médico confirme, y digo confirme, pues pienso mirarlos con lupa e investigar cada palabra de la interpretación... Se supone que ahora estoy mejor, es decir, no veo la sangre, no siento ardor ni dolor. Sin embargo, la obstrucción permanece, y ya no sé si es mejor que unas cosas mejoren, o si sería mejor que todas empeoren, cada vez que algo cambia, me quita el piso y todo lo investigado se va al diablo, cada vez sé menos. Sigo esperando, sigo haciendo como si nada pasara, sigo tratando de sonreír y de hacer mi "vida normal" ¿Eso existe acaso? Yo ya no tengo una vida normal, además, en lo único que puedo pensar es en que ya no tengo una vida, punto. En fin... es apenas la madrugada del domingo y de aquí al miércoles hay una eternidad... espero, pienso y sigo con miedo, no se bien a qué. No se si me asusta el diagnóstico, no se si es miedo a la palabra cáncer, no se si me da miedo la posibilidad de morirme en un corto tiempo... solo se que estoy asustado y no tengo cómo cambiar eso. Incertidumbre, vi esta palabra y creo que encaja bien, creo que tengo miedo a no saber. No saber causa fantasías, y en ninguna de ellas aparecen princesas y hadas... claro, una buena fantasía bien catastrófica es excelente. Entre más catastrófica, mejor.

Lunes.
Una semana completa desde que comencé a sentir que algo no andaba bien.
Eso de que el tiempo vuela es una mentira... el tiempo no vuela, es más, casi no anda. Una semana es increíblemente larga, pero finalmente ya solo quedan poco menos de 12 horas para tener el resultado en mis manos. La perspectiva de saber exactamente qué tengo vuelve a llenarme de dos sentimientos encontrados: quiero saber qué tengo para terminar con la incertidumbre, pero la posibilidad de tener una certeza que no va a gustarme, me aterra.
Ni mi esposa ni yo hablamos del "posible" resultado. "Ya hoy nos dicen que no tienes nada", "qué bueno que ya termina la espera"... ¿Bueno? No sé... tal vez si, pero como dije, tal vez no tanto. La certeza acabará con mis fantasías catastróficas, pero potencialmente también acabará con cualquier esperanza que tenga. De ser así, la esperanza, a diferencia de lo que ocurre en el famoso dicho tan usado ahora con la selección mexicana de fútbol, será la primera en morir, y la verdad, preferiría que quedara alguna, al menos un asomo de esperanza. Ya sé que seguramente si veo algo "malo" en el resultado del examen diré que tal vez el médico encontrará una razón más "benigna" y podrá tranquilizarnos... pero, ¿y si no lo hace? ¿y si lo confirma?¿y si... ? 
Doce horas... éste definitivamente será un largo día, o al menos, uno muy lento.
Falta aún bastante para que sea hora de ir al laboratorio a recoger el resultado del estudio, pero igual, decidimos salir de una vez. Quedarnos en casa simplemente no es opción. No hablamos mucho por el camino, tal vez para evitar decir algo, o tal vez porque no hay mucho que hablar.
Me entregan el sobre, me olvido de todo y saco las dos hojas llenas de texto y comienzo a leer tan rápido como puedo. llego al final y no encuentro nada raro. Respiro, falta el diagnóstico del médico, pero aparentemente no hay nada de lo que se estaba buscando. Corro al carro y le doy la noticia a Carmen. Finalmente, ella también sonríe y respira, creo que hace las dos cosas por primera vez en una semana.
El médico confirma lo que ya leímos y me manda una pastillita diaria y visitas de control cada 3 meses al principio. Regresa a mi mente lo de "yerba mala nunca muere", pero definitivamente elimino el nunca. Mejor digo "no por ahora".

En fin, ahora que lo pienso más tranquilo, creo que todo esto me dejó algunos aprendizajes:

  • No estoy preparado para mi muerte, ni para la muerte de aquellos a quienes amo.
  • Descubrí lo fácil que es morirme.
  • Descubrí lo difícil que es morirme.
  • Definitivamente, la vida es hoy, no mañana.

También queda lo de las fantasías y su inutilidad, pero eso seguramente no va a cambiar fácilmente, creo que hace parte de mi naturaleza. Quisiera no fantasear de manera tan catastrófica, pero para ser honesto, dudo que pueda lograrlo algún día. ¿Cambiar mi estilo de vida? Tal vez, lo único cierto es que sí debo hacer un cambio, y debo hacerlo hoy... 
A partir de este momento, no más postergar nada a la hora de ser feliz, a la hora de amar o a la hora de decir aquello que siento. Dejar un te amo para mañana puede ser un error, es posible que mañana no pueda decirlo. 

Si deseo ser feliz, debo serlo hoy. Mañana... en fin, mañana tal vez no esté aquí.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Desintoxicación virtual


Todo comenzó hace unos días cuando, después de hacer clic en "Nueva Pestaña" y click en mi enlace a Facebook en la barra de mi navegador, descubrí con algo de desagrado que mostraba lo mismo de las últimas 3 o 4 veces que había abierto la misma ventana en 15 minutos.

Utilicé la ruedita del mouse para "navegar" por la página y no logré encontrar ninguna entrada que no pudiera "perderme", o que fuera "importantísima". Así que me pregunté a mí mismo: "¿Mi mismo, para qué diablos entras todo el tiempo aquí? ¿qué buscas?" 

Como mí mismo no pudo darme una respuesta, comenzó, como algunos maridos que llegan tarde a casa, a murmurar disculpas que ni él mismo se creía. Entonces, comencé a estudiar la decisión. Esta relación (que es como la que hoy llaman eufemísticamente un ensayo de matrimonio y que yo, que carezco de tacto, llamo simplemente concubinato) debía terminar. Bueno, no hay que ser tan extremista, pero Facebook si debe pasar de ser una concubina, a convertirse en una amante ocasional. Más conveniente, al menos así lo creo.

Lo pensé detenidamente y finalmente, luego de un par de semanas, pues a una concubina no se la degrada a amante ocasional así como así, lo decidí: ¡No más Facebook! 

Bueno, tampoco es cosa de cerrar mi perfil, me dije, ¿Qué va a ser de mi?, sin Facebook me pasaría como a ciertos expresidentes a los que nadie recuerda a menos que salgan en el periódico, aunque sea acusados de algo. Una semana, nada más, con eso será suficiente para que Facebook sepa que no es mi dueña, que es apenas mi concubina, nada más... Ni pensar en cerrar el perfil, el ostracismo no es lo mío. Soy ermitaño, sí, pero ostracismo, ¡por ningún motivo!

Tomada la decisión, solo era cosa de avisar, pues si alguien se daba cuenta de que había dejado de aparecer por el lecho de mi concubina, podrían comenzar a llamar a mi casa para dar el pésame, y créanme, nada más inapropiado que recibir un pésame por un "no-muerto"... No, era necesario avisarle a los amigos, o como dicen los obituarios en el periódico, a los amigos y relacionados, para que me esperaran, sin olvidarme.

¿Cómo? Sí, adivinó usted amigo lector, publicándolo en Facebook, ¿dónde más? Sería como una última visita de un sexagenario a su amante antes de internarse para una cirugía de próstata... nos vemos en 8 días, pero eso sí, bajo términos diferentes, ya no esperes los mismos bríos ni la misma dedicación... en 8 días, simplemente no seré el mismo de antes.
Escribí la entrada donde dice "qué estás pensando" y dudé antes de darle clic a publicar... Y no era para menos, no era una decisión fácil, una vez hubiera dado clic sobre el botón, no habría marcha atrás, imposible arrepentirme luego y pasar la vergüenza de los alcohólicos de encontrarse con los cuates de AA en medio de una borrachera, con una de tequila en la derecha y un par de zorras colgadas a su izquierda. No. No habría marcha atrás, Facebook, a diferencia de una amante, de discreta no tiene un pelo. Todo lo publica, hasta la hora de la última entrada. 



Finalmente, me sequé el sudor de las manos en el pantalón, hice acopio de toda mi fortaleza (que es más bien poca) y di Enter... Como el famoso César, había cruzado el Rubicón.

Unos 15 minutos después, abrí una nueva pestaña y por poco hago clic en Facebook. Fue necesario eliminar el enlace rápido en la barra del navegador. ¡No era posible! estaba tratando de entrar a Facebook apenas 15 minutos después de publicar mi decisión de salir... Me ha ido mejor cualquiera de las mil veces que he "decidido" dejar el cigarro.

Aquí me surge la pregunta ¿Qué carajos tiene Facebook que es tan difícil de dejar?

La respuesta me la dio un amigo que cumplió años en estos días. "Jin* está de cumpleaños hoy", me dijo mi esposa. (* nombre ficticio, para proteger a los inocentes). Ese mismo día, lo llamé a felicitarlo y me preguntó: ¿Cómo te enteraste de mi cumpleaños si no estás en Facebook? Uf, eso fue como un ladrillazo en la cabeza. Ahí entendí que necesito Facebook para poder mantener a mis amigos, sin Facebook estoy perdido.

Sí, es cierto. Cuando estaba en la secundaria podía decir de memoria los teléfonos de mis amigos, -20 o 30 amigos- y me sabía el teléfono de todos. Nunca dejé de felicitar a ninguno. Sus fechas de cumpleaños eran algo que uno guardaba en algún bolsillo del cerebro. Luego vinieron los teléfonos "inteligentes", las agendas digitales, la computadora, las redes sociales y el correo electrónico y tomaron control de mi vida. Hoy me preguntan un teléfono y lo busco en mi celular, una dirección y la tengo en mi celular, un nombre y debo abrir la agenda electrónica de Gmail, un cumpleaños y lo busco en Facebook. De hecho, no lo busco, me llega un mensaje al correo y me dice: "Varios de tus amigos cumplen años esta semana". Definitivamente ahora los inteligentes son los teléfonos. Yo soy un idiota. Mi teléfono es más inteligente que yo, y eso que no tengo "Black" ni !Iphone"... ¡Estoy jodido!

Hoy, cuando casi se cumple una semana de ostracismo virtual, me sorprende ver que mi teléfono lleva una semana sin sonar... y casi como dijera el viejo filósofo, "Tengo Facebook, luego existo", no lo tengo, luego no existo. Lo peor de todo es que publiqué mi decisión de salir por unos días de las redes sociales y tratar de vivir un poco a la antigua, así que no creo que nadie llame, ni siquiera a dar el pésame... Cuando piense en morirme, juro que no lo publicaré, prefiero que al menos un amigo se acuerde de que existo, aunque solo sea por no verme en Facebook publicando pendejadas.