lunes, 5 de octubre de 2015

Por qué odio a mi madre....

Razones para odiar a mi madre hay muchas...

Desde pequeño mi mamá fue alguien malvado.... Se empeñó siempre en que si quería salir debía desayunar primero... de nada valían llantos ni excusas, ni afanes, ni horarios de partidos de fútbol.... Primero el desayuno. Punto. Su terquedad era absurda. Nunca logré, ni lograron mis hermanos, quebrantarla. 

Si eso les parece como a mí un acto malvado, no se imaginan lo que hacía cuando de dormir se trataba: nunca después de las 9 pm entre semana, máximo 10 pm en viernes y sábado (y conste que esto era ya una concesión muy grande que no acostumbraba a hacer muy seguido), que por lo demás dependía del programa que hubiera en la tele... si había muertos, asesinos o ladrones, que eran las películas que valía la pena ver, actuaba peor que la censura en Venezuela. Si contenían sexo (un beso en aquella época era considerado contenido sexual), podía ser peor que el arzobispo Zumárraga...

Afortunadamente en mi época eso del bullying no se conocía, para entonces, era simplemente "montadera", pues en cuanto a los amigos, parecía decidida a que me la montaran... Mis amigos tenían que entrar a mi casa, donde comenzaban las preguntas tipo interrogatorio de la fiscalía: ¿quiénes son tus papás? ¿a qué se dedican? ¿dónde vives? ¿cuántos hermanos tienes?.... y la lista sigue. Bueno, seguía hasta que los invitaba a quedarse a comer o a cenar, pues de eso dependía que alguna vez pudiera salir nuevamente con alguno de ellos. Tenía la absurda creencia de que "en la mesa y en el juego se conoce al caballero", qué loca...

Eso de ir a conciertos públicos, a partidos de fútbol de alto riesgo, o a cualquier parte donde las cosas pudieran degenerar en revuelta, estaba fuera de discusión. A eso no va "la gente decente", decía a manera de juicio, "yo no conozco una estación de policía y no pienso conocerla para ir a sacarlo de allá"...

Definitivamente no sé cómo le hice para criarme... Ahora entiendo por qué es que cuando me entregan algo doy las gracias (no es necesario, para qué); cuando llego a alguna parte saludo; cuando algo no es mío, no lo toco; cederle el puesto en el metro a las mujeres va primero que estar cansado... En fin, todas esas cosas absurdas que sólo sirven para complicarle a uno la existencia y que ya nadie aprecia. ¡Por favor! estamos en pleno siglo XXI... ¿eso para qué? No vale la pena.

Lo peor de todo esto que me "inculcó" (eufemismo para la aquello de la letra con sangre entra) fue que terminé siendo igual a ella con mis hijos. Pobres, acabaron siendo como yo: decentes, honestos, amables, derechos y con principios... Dicho en palabras del siglo XXI donde los hijos son quienes ponen las reglas bajo amenaza de demanda ante el Bienestar Familiar por violación de los derechos de los niños: Unos pendejos, igual de pendejos a sus padres...

Queda claro por qué la odio.... la vida habría sido tan fácil sin tanta regla y sin tanto complique...

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