¿Puedo comprarte tu voto?
Cuando pensé en escribir esto, lo hice motivado por varias razones:
- Está muy de moda el tema, todos hablan de él, unos lo defienden y otros lo condenan, pero todos hemos estado expuestos a mucha publicidad y noticias al respecto.
- Hay cosas que me intrigan acerca de este tema. ¿Es posible? ¿Qué tan efectivo es? ¿Cómo lo controlan? ¿Cuánto vale una elección “comprada”?
- Detesto creerle al primero que viene y me dice que “A” compró votos, o que “B” no lo hizo.
- Es una práctica común en muchos países (¿en todos?).
Antes de comenzar, quiero aclarar que no pienso involucrar ninguna
opinión política a este respecto. No quiero ni defender ni atacar a ningún
candidato de ninguna elección, simplemente busqué hacer que el asunto me
quedara más claro y comencé a buscar fuentes confiables y con el menor sesgo
posible, por lo que no utilicé ninguna fuente mexicana que pudiera verse
influenciada por las recientes elecciones y los sucesos que todos conocemos.
Este escrito no refleja mi posición política ni mis preferencias ni mis
simpatías. Es simplemente una explicación de un fenómeno mundial, descrito en
términos simples y sin ningún apasionamiento partidista.
Dicho esto, entremos en materia.
Cuando pienso en la compra de votos, algo viene inmediatamente a mi
mente: Si te compro tu voto, ¿cómo controlo por quién votas, especialmente en
un país donde el voto es secreto? La respuesta la encontré en YouTube: Con una
foto del voto, te mandamos con un niño que controle el asunto, por porcentaje
de votos en la casilla, etc.
La verdad, no me convencen, lo de la foto presenta tantos problemas
logísticos que casi me atrevería a decir que salvo en contadas ocasiones, es
prácticamente imposible garantizar un grado de efectividad medianamente
decente. No olvidemos que quienes compran votos no son tontos, ellos están
“invirtiendo” en un “negocio” y por lo tanto, quieren ver que su inversión no
se diluya.
Otra pregunta que viene a mi mente es: ¿A quién le compro el voto? ¿A
los de mi partido? ¿A los oponentes? ¿A los indecisos?
A los de mi partido, no tiene caso, no es necesario. Con los seguidores
de los otros candidatos, si mi opositor u opositores hicieron bien su trabajo,
seguramente no podría lograrlo, o sería demasiado caro e incierto. Quedan entonces
los indecisos. En el caso de México, según las últimas encuestas antes de la
elección, eran más o menos un 15% quienes marcaban la consabida “No sabe / No
responde”. Ahora bien, hablamos de indecisos, es decir, tienen ciertas simpatías, pero aún
no deciden cuál es la que más les gusta. Entonces, volviendo al caso mexicano,
ese 15% podría estar dividido entre 4 candidatos para el caso de la
presidencia. Así que un 25% de los votos que yo “compre” pueden ser a indecisos
simpatizantes de mi partido o candidato, que aún sin vender su voto, habrían
votado por él de todas maneras (mala inversión).
Ahora viene lo del precio... Vi videos que hablaban de 1000 pesos, de
1500 pesos, de 800 pesos.... incluso de 1800 pesos.
El tema del precio me lleva ineludiblemente al tema de la cantidad de
votos que necesito. ¿Cuántos votos me hacen presidente? ¿Con cuántos votos es
suficiente?
Volvamos al caso de la elección pasada. Las encuestas hablaban (al igual
que los dos candidatos que ocuparon el segundo y el tercer lugar) de un empate
técnico y otras encuestas confiables ponían al candidato ganador un par de
puntos por encima del segundo. Es decir, el candidato ganador (quien ha sido
precisamente acusado de compra de votos) no necesitaba comprar (según estos
datos) demasiados votos, bien sea para “desempatar” o para aumentar la ventaja
y evitar que se presentara el problema de las elecciones de hace 6 años,
cubiertas por el velo de la duda.
En un estudio de Brusco, Nazareno y Stokes de 2004 se menciona una
encuesta hecha en Argentina acerca de la efectividad de la compra de votos y
descubrieron que apenas un 16% de los encuestados afirmaron haber sido
efectivamente influenciados por la compra de su voto. Es decir, que de cada 100
votantes que yo pretenda comprar, solamente 16 votarán por mi candidato. Aún en
términos de control de calidad chino, es pésimo el resultado.
Ya tenemos algunos datos con los cuales podemos jugar un poco:
Efectividad de la compra: 16%
Valor de los votos: Alrededor de 700 pesos, solo a manera de ejemplo
(los videos van desde 300 a 1600 pesos o más)
Cantidad de votos por comprar: aquí me permití hacer un pequeño
ejercicio. Según el diario El País del jueves 12 de julio de 2012, El candidato
en segundo lugar acusa al candidato que ocupa el primer lugar de haber comprado
5.000.000 (cinco millones) de votos. Para hacerlo, éste habría tenido que “comprar”
31.250.000 votantes para esperar que el 16% fuera efectivo. La logística de
esto es inimaginable.
Más aún, vayamos a la aritmética de primaria que me enseñó Miss Amanda:
700 pesos por cada voto comprado / 16% de votos reales por voto
comprado, para comprar 5.000.000 de votos. En este ejemplo en particular, cada
voto valdría realmente 4.375 pesos. Si multiplicamos 4.375 X 5.000.000 y lo dividimos por 13.29
(tasa dólar interbancario hoy), obtenemos un resultado de: US$ 1.645.974.416.85
es decir, más o menos mil seiscientos cincuenta millones de dólares, o como
dirían los gringos más de 1.5 billones de dólares. La suma simplemente no logro
terminar de digerirla, tal vez porque mi presupuesto es muy magro, o tal vez
porque nunca he vendido mi voto... El caso es que simplemente considero
prácticamente imposible que alguien pueda reunir esa suma para una campaña
electoral, independientemente de los medios que emplee para ello.
Lo anterior no implica en modo alguno que no exista, o que no haya
existido esta detestable práctica de comprar votos y conciencias, simplemente
muestra que de ninguna manera puede ser de la magnitud que algunos quieren
mostrarla. Esto no hace menos detestable el hecho, solo lo pone en su justa
dimensión.
Ser crédulo no implica ser ciego. Ser crítico no implica ser
incrédulo. Una buena mezcla entre un buen criterio y algo de credulidad será siempre
mejor que seguir ciegamente a quienes quieren llevar a un país maravilloso por
los peligrosos y sinuosos caminos de la polarización y el enfrentamiento.
Media verdad siempre será más dañina que una mentira. Es innegable que
se compraron votos en estas elecciones (es una práctica común en muchos países,
diría que en todos), pero considero una afrenta a mi inteligencia escuchar que
solamente una persona lo hizo, o aceptar que la magnitud es la que obtuvimos
con lo aprendido de Miss Amanda. Como decía mi bisabuela, “En todas partes se
cuecen habas mijo”.
Es el momento para construir. El momento para destruir deberíamos
dejarlo a nuestros abuelos, ya ellos destruyeron suficiente. Esta generación
nueva (hablo de los que vienen, yo ya debo hacer parte de la tan cacareada
generación quemada) está para construir, para mejorar y para mirar hacia
adelante. El pasado, está mejor en el pasado. Dejémoslo allá.
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